Registra los niveles más altos de polución en su historia
China, ahogada en una nube tóxica
Por: Mariana Escobar Roldán
Una densa acumulación de gases contaminantes se posa sobre Beijing y 17 provincias cercanas.
La polución en la capital china proviene del alto número de vehículos en circulación, el consumo de carbón y las emisiones de las numerosas fábricas en su suelo y las provincias aledañas.
Sobre la capital y 17 provincias cercanas se posa una espesa nube de partículas nocivas (condensadas por el frío del invierno) que ocupa 1,3 millones de kilómetros cuadrados, el 13% del territorio nacional.
Este es el cuarto pico de contaminación peligrosa que experimenta el país durante este año. En esta ocasión, los medidores instalados en la Embajada estadounidense en la capital china registraron 331 microgramos de partículas contaminantes por metro cúbico de aire, que debido a su tamaño pueden llegar a los pulmones o a la sangre.
Dicha cantidad supera en veinte veces el máximo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera aceptable (25 microgramos por metro cúbico). Entre el 10 y el 16 de enero se registró la peor cifra jamás detectada: la concentración alcanzó los 993 microgramos. La gran nube ha hecho que la visibilidad se reduzca a 200 metros en algunas zonas de Beijing. Por ello, el gobierno recomendó a sus habitantes evitar salir a la calle, anunció el cierre de 103 fábricas, retiró al 30% de los vehículos oficiales y canceló alrededor de 200 vuelos en las zonas afectadas.
La situación en el país alcanza tal magnitud que un millonario, Chen Guangbiao, comenzó a vender aire fresco comprimido en botellas de gaseosa. Por tan solo 8 centavos de dólar, los chinos podrán tener un respiro. El alcalde de Pekín, Wang Anshun, atribuye el fenómeno a la cantidad de carros que transitan por las calles; sin embargo, varios expertos subrayan que buena parte de la contaminación proviene del crecimiento industrial desenfrenado de los últimos años.
Germán Poveda, uno de los investigadores latinoamericanos que conforman el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (Ipcc), grupo que recibió en 2007 el Premio Nobel de Paz, señala que “esto es resultado de la combinación de un fuerte invierno con la acelerada industrialización, los altos niveles de consumismo occidental, el rápido crecimiento de sus ciudades y la presencia de enormes plantas de generación energética a base de carbón, cuyas emisiones son altamente tóxicas”.
Las concentraciones de China (principalmente de hollín y dióxido de azufre) son 10 veces más altas que las del promedio de Bogotá. Así lo explica Néstor Rojas, director del grupo de investigación en Calidad del Aire de la Universidad Nacional: “eso es equivalente a estar cerca a un bus que arroje bocanadas de humo a los pulmones de una persona”.
Rojas agrega que hay unas poblaciones particularmente sensibles al fenómeno: las personas con asma, los ancianos y los menores de cinco años pueden sufrir síntomas de enfermedades respiratorias agudas; “incluso, no sería raro que hubiera una alta mortalidad de ancianos en China por estos días, como ocurrió con la Gran Niebla de 1952 en Londres”, en la que murieron 12.000 ingleses y otros 100.000 se enfermaron.
El investigador indica que aunque el panorama de Colombia se aleja del de China, tampoco hay que bajar la guardia: “la contaminación de Bogotá sí es bastante más alta que la de una ciudad del mismo tamaño en un país desarrollado, como Londres, Nueva York, París, e incluso, podemos decir que estamos al mismo nivel de Ciudad de México”. De hecho, en el último reporte consolidado de la OMS, las tres ciudades principales de Colombia (Bogotá, Medellín y Cali) están entre las 20 más contaminadas de América Latina.
La Secretaría distrital de Ambiente de Bogotá dijo recientemente que en 2012 la ciudad registró el promedio más bajo de material particulado (partículas microscópicas que entran al tracto respiratorio y están formadas por carbono y metales pesados, como mercurio), pero Luis Jorge Hernández, profesor de Medicina en Salud Pública y Epidemiología de la Universidad de los Andes, afirma que la situación debería preocupar a las autoridades. De acuerdo a un estudio reciente que realizó, en Bogotá hay cerca de 1 millón de casos de enfermedad respiratoria atendidas al año, de las cuales el 20%, casi 200.000, se generan por contaminación del aire.
Según Hernández, niveles de contaminación como los de China y los de algunas localidades de Bogotá, como Puente Aranda, afectan las vías respiratorias y el sistema cardiovascular: “favorece la aparición de asma, bronquitis, ardor en los ojos, malestar en la garganta y resequedad en la piel. Al respirar los contaminantes se produce una inflamación en los vasos sanguíneos, que pueden cerrarse y causar crisis hipertensiva, infarto, trombosis, arritmias o un simple dolor de cabeza”.
“Para poder cantar victoria hay que controlar mejor las fuentes”, dice Néstor Rojas respecto a la situación de la capital colombiana. Por eso se encuentra trabajando en un proyecto, colocar filtros a los buses que usan diesel que según él son la fuente más alta de contaminación.
Respecto a China, “debe asumir un papel decidido en el combate al calentamiento global y repensar su desarrollo económico basado en la quema de combustibles fósiles”, concluye Germán Poveda.
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